Nadie tiene que contarme sobre Chávez, que fortuna la mía haberlo conocido y seguir sus ideas bolivarianas, martianas, zamoranas, robinsonianas. El hombre que demuestra dureza en las batallas políticas pero que al mismo tiempo se doblega ante la ternura de un niño, de un enfermo, de un necesitado, me ha enseñado a querer más mi Patria. Chávez ya no es un cuento, tampoco un fenómeno; es sencillamente una realidad que algunos pretenden ocultar tras su ignorancia pero sobre todo su falta de patriotismo. El pueblo venezolano ha ganado con su presencia, pues una de sus banderas políticas: la inclusión se hace realidad cada día con sus política, social, educativa, cultural, deportiva, económica. El escenario político de Venezuela y del mundo, se asombra, y con razón, de la figura ya inmortal, mítica, de un hombre que surgió, como sus antepasados, del llano para tomar la capital por asalto y convertirse en un bastión de la lucha latinoamericana y mundial. Es Chávez la continuación de los hombres más importantes del este mundo, dijo Aleida, hija del Revolucionario Che. No sólo eso, es la permanencia de la vida en favor de los pobres y necesitados, del amor y la esperanza. La oposición venezolana no ha sido capaz de derrotarlo en el terreno electoral; tampoco lo logró por medio del golpe de estado, intentos de magnicidios y paro petrolero. Y hasta el mismísimo imperio ha tenido que justificar su incompetencia ante el fenómeno que representa un líder mundial con las características de Hugo Chávez, calificándolo de dictador. Desde su llegada al poder, Chávez ha significado una nueva forma de hacer política, de resucitar la política que ya estaba en el ocaso en la nación y en países vecinos. En un mundo globalizado, observar cómo se expresan las distintas culturas, los distintos países que claman por la salud del ícono de la lucha de los pueblos, de un Chávez, como en España, por ejemplo, es medir el alcance de su mensaje, de su manera particular de hacer las cosas, de decir la verdad, acallada por más de 200 años; y que ahora cuenta con millones de seguidores en distintos países: Jamás a nadie se le habría ocurrido pensar en la trascendencia de Chávez. Hubiera sido mejor haberlo asesinado aquel triste y hoy glorioso abril de 2002; pero Dios ni el pueblo no lo quiso así y hoy tenemos que ver con mucho cuidado su papel en el mundo donde se plantea un pensamiento multipolar, pluripolar, justo pleno en justicia y con igualdad de condiciones para todos, especialmente para los pobres. Su salud se debilita simplemente porque ha sido un Cristo por nosotros, un Cristo que, como dijo el Maestro de Nazareth en la “La Piedra que era Cristo” de nuestro gran comunista Miguel Otero Silva, ha tomado su cruz y lo ha seguido para cumplir con el precepto de “Sacar a los pobres de su miseria y abrir para ellos y sólo para ellos las puertas del reino de los cielos”. El Comandante Presidente partirá algún día físicamente de este mundo para pasar al espacio espiritual de los inmortales y asumir su nueva tarea: inspirar a quienes reciben su antorcha de la lucha por la libertad y la justicia en este mundo. Sin él físicamente la Revolución Bolivariana Socialista ha obtenido un resonante triunfo en las elecciones regionales de la Patria, el pasado domingo 16 de diciembre, lo que habla ya de su trascendencia, su inmortalidad. Ningún líder venezolano, excepto El Padre de la Patria, Simón Bolívar, ha tenido esa proyección a nivel mundial, ninguno ha deseado mayor bien para la nación. Sus misiones demuestran cómo logró conectar su pensamiento a la acción y las promesas al cumplimiento de la tarea. Chávez ha pasado a formar parte de muchos, miles, millones; como él lo expresó: “Chávez ya no soy yo, Chávez es un pueblo”. Su partida significará el surgimiento del chavismo como movimiento ideológico, social, político, económico, cultural, energético, ambiental; pues en todo ha puesto su sello de capacidad, visión y misión revolucionaria. Un gran pensador contemporáneo español Juan Carlos Monedero lo llamó El último Libertador, porque, según él, - y con razón desde mi humilde punto de vista -, para obtener este título hay que enfrentarse a un enemigo muy fuerte y ese había sido no sólo al imperio sino a su fase más temeraria: el neoliberalismo. Chávez, como Bolívar, puede ser catalogado el hombre de las dificultades; nos legó la independencia económica, la soberanía. Ello es ahora tarea de todos y todas: menos mal que con el pasar de los días el pueblo se hace más y más consciente de su necesidad. Con motivo de conmemorarse los 182 años de la parida del libertador hacia la inmortalidad, El General en Jefe Jacinto Pérez Arcay lo exaltó por todo lo alto, situándolo al lado de los tres majaderos de la historia: Jesús, el Quijote y el propio Bolívar. Sobre el Comandante se hablará por el resto de los siglos; su inmortalidad ha comenzado, su trascendencia es innegable, la oposición apátrida celebrará el día de su partida como lo hizo junto a la oligarquía cuando se fue físicamente nuestro Padre Libertador; pero no logrará borrarlo de la mente y menos del corazón venezolano, porque Chávez es el corazón de la patria, de Latinoamérica y de muchas partes del mundo donde ya su nombre inspira a quienes luchan por un mundo mejor, un mundo que él ha demostrado no sólo es posible sino necesario si queremos salvar a la especie humana. ¡¡¡Viva Chávez, carajo!!!!!