La noche había sido una pesadilla que se
transmitió en vivo por las cadenas de tv de la burguesía.
La madrugada se inició con discusiones y
peleas de pueblo contra pueblo:
La oligarquía había dado su paso mortal y
había logrado dividirlo con su plan.
Era 27 de febrero de 1989; pero también
era 28 del mismo mes; y el 1, 2 y 3 del mes siguiente;
así quedaron unidos por siempre.
Cayeron como héroes sobre esquinas y callejones,
sobre las calles de la Patria.
Sus cuerpos inertes se perdieron en el tiempo
cobijados por la misma tierra, como juntos estuvieron
en la batalla por la dignidad.
No quiero contar los días ni recordar muertos.
Cuántos…lo sabes tú; quién lo sabe……
creo que ni dios sabe porque…
no fue su voluntad…
Los que mueren por la vida no pueden llamarse…
La sangre se confundió con la tierra y el barro,
con el llanto y el dolor con la partida.
La lucha del pueblo por el pueblo, la verdadera batalla
por la libertad y la soberanía.
El camino hacia un nuevo orden se iniciaba.
Hoy miro hacia Europa, África y pienso en el
pasado que sigue presente entre nosotros.
La vida de muchos compatriotas que llevaban la patria en sus entrañas,
no culminó aquellos días tristes de la nación.
Al contrario, quedó sembrada por siempre en la tierra bolivariana.
El pueblo venía siendo traicionado por quienes lo gobernaban.
Dónde están mis hijos que salieron un día a protestar por las injusticias y no volvieron, donde están: muertos, a caso, desaparecidos;
que alguien calme mi angustia;
sigue siendo el clamor de la Madre Tierra, la Madre Patria.
Cuando pienso en su sangre creo en el futuro
que vislumbraron para nosotros.
Cuando veo su gesta pienso en los grandes que son los sacrificios
de los pueblos cuando alzan su voz por sí mismos.
¡Vivan esos días gloriosos del Pueblo!
¡Viva el 27 de Febrero!
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