lunes, 15 de agosto de 2011

MENTES EDUCADAS


Mentes Educadas

La educción, según Egan, se debate entre dos corrientes de pensamiento claramente definidas. Por un lado las ideas de los seguidores de Platón que destacan “el conocimiento, el cultivo de la mente, el escepticismo y la racionalidad” como la esencia de la escuela; por otro, las ideas de Rousseau cuyos seguidores plantean que el hombre debe ser el que se tome en cuenta como elemento principal en el hecho educativo, “desarrollar el potencial individual” de cada estudiante. Según esto, la falta de inclinación – nada fácil -  por uno u otro es lo que no ha permitido claridad en el proceso educativo.
La discusión deja abierto la discusión. Si se observa la educación actual, nos damos cuenta que nuestro sistema – especialmente nuestros educadores – se encuentran intentando hacer realidad  la enseñanza del conocimiento y el desarrollo de las potencialidades del niño, que no dejan a uno ni otro desarrollarse y, en consecuencia, ninguno de los dos triunfa de manera terminante. Pero el interés de quien escribe sobre el tema va más allá y centra su interés en la búsqueda de estrategias que coadyuven en la búsqueda de la mejor manera de educar.
Es así como se hace un recorrido por las capacidades del individuo desde su socialización que no es más que el deseo adulto de imponer, por medio de la educación, el modelo de sociedad; consideran que la escuela es una institución social. Las condiciones sociales, la enseñanza de lo concreto y lo abstracto, y la prevalencia del primero en la mayoría de las escuelas.
Según el investigador, la escuela sigue siendo un gran homogeneizador y limitador del potencial humano, en contraposición de quienes buscan el pleno desarrollo del potencial del individuo – individualización – por medio de la exploración y el descubrimiento. Al parecer ninguna de estas alternativas ha dado respuesta a la situación que se presenta cuando se habla de educación.
En tal sentido, plantea retomar viejas teorías como la recapitulación, las ideas de Vygotsky, reconociendo y estudiando la concepción cultural del pasado y el proceso educativo actual. Aclara que esto no fue suficiente, pues el pasado sólo es un elemento dentro de un todo. Se requiere de instrumentos intelectuales mediadores que pueden estar dentro y fuera del individuo – el docente puede ser uno de ellos – para desarrollar en el niño su potencialidad. Luego es lenguaje por medio del mito, el lenguaje, la metáfora, la fantasía, desde su umbral mítico, genético, social, cultural, divino, o como se le quiera crear y considerar su origen, hasta su conexión e intervención en la formación y búsqueda de respuestas definitivas, o al menos convincente en la educación, lo que complementa el espectro del conocimiento. Esos estadios de comprensión marcan etapas en el individuo, pero no son estables. De allí la complejidad del asunto educar.
Por otro lado, y en el mismo orden de ideas, dentro de las estrategias también cita el aprendizaje por medio de la estructura binaria natural/cultural, seguridad/peligro, por ejemplo, como formas de enseñar conceptos de oposición, deferencias; el pensamiento abstracto. Y su crítica a los enseñantes – docentes – que le restan importancia, quizás por centrarse demasiado en las etapas de desarrollo del niño y su limitación, al desarrollo del pensamiento concreto (práctico). Agrega que  esa creencia ha evitado la enseñanza de contenidos que implican abstracciones, en detrimento del potencial que sobre este aspecto desarrolla el niño desde muy temprana edad.
Como se dijo anteriormente, la metáfora parece representar, junto a la imagen, el relato y su significado, el ritmo y la narración de la historia inclusive de las ciencias otra posibilidad de acercar al niño a la comprensión del conocimiento; pero sobre todo a su desarrollo intelectual por su alto contenido afectivo como técnica de aprendizaje. Todos estos elementos están en el mito, en la historia, en la sociedad, en el individuo; quien los activa de manera voluntaria o involuntaria en su propio beneficio. Dicho de otra manera, el currículo debería ser una maravillosa experiencia de cuenta cuento que deleite con la historia y eduque con la apalabra - la imagen - para transformarla en conocimiento y desarrollo individual.
Seguidamente, el autor destaca la importancia de los elementos que intervienen en la comprensión romántica: razón, realidad y escritura; hace énfasis en la educación como proceso donde el individuo de alguna manera recapitula los tipos de comprensión desarrollados durante la historia. Desde la aparición del alfabeto, y la trascendencia, según él, de lo que significó la parición del articulo neutro “Lo”, desde la Grecia antigua hasta nuestros días.
De acuerdo a esto, el romanticismo se ocupa de la realidad pero no la transforma, y si ocurre algo de esto se da por medio de la trascendencia, pues los hechos que relata son tomados tal y como son. Cita al gran historiador Herodoto: “El texto de Horodoto está lleno de personajes que ya no pueden trascender la realidad como solían hacerlo los dioses con su magia, pero comparten con esos dioses algunas cualidades que sólo son vestigios  en el mundo de cada día” (p.130 – 131) Más a delante deja claro que tal trascendencia no tiene límites y rompe con todo tipo de convencionalismos, hasta convertirse en “desarrollo espiritual”.
Un conocimiento humanizado, sería una posible respuesta a la pregunta cómo enseñar, qué esperara de la educación, como la mejor manera de entender a ese individuo pero él no lo es todo, lo que implica ver este tipo de comprensión en el contexto de los pensamientos, las intensiones, las esperanzas y los temores de una persona o de un pueblo.
Con todo lo dicho, es necesario advertir las consecuencias que sobre este aspecto pudiera ocurrir si elegimos este modelo de educación donde predomine el conocimiento y se olvide de la herencia ancestral que nació con nosotros y de alguna manera, no clara todavía, existe e influye en forma significativa.
  
 Creo que es un error considerar que la educación es un proceso               forzosamente progresivo, una empresa en la que el éxito supone que los niños aprendan más, dominan mejor la lectura, la escritura y la aritmética, dan muestras de un desarrollo psicológico más avanzado, etc., al tiempo que se ignoran o se pasan por alto las pérdidas que puede acarrear esta progresión. (p. 140 -141)

Pasamos así a la llamada comprensión filosófica, es decir el conocimiento como verdad absoluta. La marca intachable de Platón y Aristóteles como precursores de una forma particular de folosofar que dio al mundo y especialmente al pensamiento un lugar hasta hoy reconocido. El aporte de la Gracia antigua para la alfabetización, la vuelta a lo clásico con la llamada época de renacentista en los siglos XII y XIII, o la Europa de los siglos XVII  a XIX, cuando también surgió otra nueva forma de ver el mundo y sus elementos, en las personalidades de Descartes, y Bacon, por ejemplo, a la luz de los maestros griegos.
Llegamos así al positivismo en siglo XIX y su enorme peso, de cuya carga no ha podido desprenderse todavía la mayoría de los sistemas educativos del mundo. Sin duda, el mejor ensayo de la comprensión filosófica. Este principio trasciende en la medida que considera que los elementos empleados en el conocimiento del mundo son verdaderos porque los detalles son verdaderos. Sin embargo, hay criterios encontrados en cuanto a la sensación de certidumbre que  puede provocar la comprensión filosófica, similar percepción ocurre con el exceso de confianza que reina en quienes dicen poseer el conocimiento, y no hacen más nada por seguir cultivando la filosofía.
Finalmente, el autor, diserta acerca de la comprensión irónica y la comprensión somática. Al respecto cita una vez más a Sócrates quien era catalogado como un genuino representante de la ironía. Explica que el término surge de la palabra “eironeia” que significa “disimular”, “fingir”, “aparentar”; su mejor ejemplo: “Sólo sé que no sé nada”. Célebre frase que ilustra su juicio sobre las acciones, y en su intento de defensa. Es un acto valiente que defiende lo que debe ser la libertad de conocimiento, o la libertad para adquirirlo. Y este se construye mediante el diálogo y a partir del consenso. Por eso siempre tendrá una alta dosis de filosofía.
Pero esta comprensión irónica ha sido considerada como una teoría generalizadora de la comprensión filosófica que mantiene vivos los tipos de comprensión, utilizando el lenguaje como su principal instrumento de conocimiento para potenciar la ironía, moderna, posmoderna y alienante. Para identificar estas diferencias o tipos de ironías surge la comprensión somática que explica frases como esta: “Los últimos serán los primeros”; es más general y su principal aporte a la comprensión es que proporciona a la comprensión irónica algo que está más allá del lenguaje, algo esencial para toda la comprensión posterior, ya que conserva huellas inconfundibles de este origen cognitivo y cultural.
Mi argumento general es que, hoy en día, una educación adecuada requiere que las personas acumulen y recapitulen las capacidades intelectuales representadas por cada uno de estos tipos de comprensión y que las utilicen conjuntamente; sin embargo, la forma que debe optar esta acción “conjunta” aún está por aclarar. (p. 165)











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