En la
historia política venezolana, puede observarse, que, generalmente, quienes han
liderado la lucha política en distintos frentes son los menos favorecidos económica,
social, académica y culturalmente: los explotados. Hoy vemos como las cosas han cambiado gracias
a la llegada de una nueva forma de hacer política, demostrada con creces: la Revolución
Bolivariana Socialista y Chavista. Lo que devino en una lucha de clases. Los burgueses
opositores ultraderechistas, - aclaro -, quienes, podríamos decir, en otro
tiempo tendrían menos que perder, ven relegados sus privilegios, situación que los
ha hecho reaccionar y protestar como nunca; actitud que sin duda ilustra de la
mejor manera que estamos ante una democracia bolivariana que definitivamente le
devolvió el valor a los menos favorecidos, si es que alguna vez lo tuvieron;
los ricos fascistas perdieron, según ellos, muchas cosas: la libertad de seguir
maltratando y dominando la clase obrera, la usura para seguir acumulando
riqueza, el poder para seguir gobernando, podría enumerar otras; pero para
muestra un botón, por un lado, y por otro porque mi objetivo es comentar lo que
he vivido en estos días de combate con el tiempo, con la maldad, con el enemigo
que actúa de noche para causar problemas, que busca dividirnos para
enfrentarnos y, lo más cruel, llevarnos a una guerra civil para ponernos en
manos del enemigo más funesto que tiene el mundo: el imperialismo
norteamericano y sus aliados. Pero claro,
eso a ellas y ellos no les preocupa ni les interesa, pues están casi seguros
que como dice la palabra, y disculpen la mala comparación, las bombas y el
terror separarán a los chavistas de los demócratas y al final sólo quedarán los
buenos, los que habiéndose arrodillado al Norte, vivirán felices para siempre. ¡Ojo
no es un cuento de hadas! Afortunadamente, como dice el refrán, no hay mal que
dure cien años, y el bien revolucionario cubierto de pueblo soberano,
socialista, chavista y digno libertador como el padre Bolívar logrará transformar
la historia que intenta revertir su camino hacia la suprema felicidad social como
ocurrió después de doscientos años con la llegada de nuestro comandante supremo:
Hugo Chávez. Estos días, como siempre, he salido a cumplir responsablemente con
mi jornada laboral y ante la
incertidumbre de si había paso o no para llegar a al ciudad, me detuve junto a
un grupo de personas que ya molestas con la situación decidió darse paso, en medio de escombros, para trasladarse
a su destino o sitio de trabajo; confirmé cómo protestan los burgueses, las
armas de guerra que utilizan para generar el caos en la población. Me llamó
poderosamente la atención el
entrenamiento, la organización y la planificación que tienen estos grupos
sediciosos, fascistas, que buscan “tumbar el gobierno”, valiéndose del dinero
que aportan los magnates del negocio de la guerra; de paramilitares; y de
elementos con amplio prontuario policial; observé cómo utilizan medios que
demuestran claramente líneas de combate, ubicación en puntos estratégicos de la
ciudad para generar molestia entre los transeúntes, ocasionar disturbios; ocasionar
heridas a personas inocentes sin importar de qué lado político ideológico
estén; apoyados por expertos en la materia que sólo se ve en países con graves problemas de convivencia
social; y la vinculación de motorizados a sueldo quienes los apoyan abiertamente intimidando a
la gente, a quienes desean trabajar como muchos compatriotas del transporte
público, por ejemplo, quienes desean un país activo y dinámico, en progreso. A
esto se suma los argumentos que utilizan como parlamento estos grupos de
delincuentes son vacíos, llenos de odio, que llaman a la paz haciendo la guerra
porque así lo demuestra parte del guión que le entregan a los “estudiantes”
para que tengan al menos una respuesta ante alguna pregunta inesperada: estamos
con la paz, la libertad, el futuro; porque la protesta es lo único que nos
queda, porque nadie nos garantiza el trabajo cuando nos graduemos, porque no
hay papel y no quiero hacer cola, porque no hay harina y no me gusta el
plátano, porque viajamos en transporte público, porque no podemos comparar
vehículo, porque Maduro es colombiano (mis respeto y admiración a un gran
hombre y un buen Presidente). En fin, nada que realmente justifique una forma
tan malsana de hacer protesta. Pero el gobierno legítimo, soberano,
independiente responde con acciones, no para de trabajar por el diálogo, la paz
y la convivencia, de cumplir con lo prometido; ahora más pronto que tarde esos
mismos estudiantes que hoy protestan recibirán una Tablet, tienen garantizado el
pasaje estudiantil, se les aumentó el valor de las becas, tiene buses nuevos
para las rutas de las distintas universidades, entre otros beneficios;
alcanzados sólo en revolución. Los burgueses “pacíficos” son los responsables
de los daños que están ocasionando a la ciudad y a sus ciudadanos, colocando,
por ejemplo, trozos de madera con clavos, aceite para que no transiten
vehículos, motos, o lo hagan en medio del peligro que represente un pavimento
mojado con el fatal líquido, destrozando bienes de propiedad pública, árboles que
en plena vida son talados, para ser utilizados como obstáculos, aceras
peatonales que son destrozadas sin contemplación. Y me salta una de tantas
preguntas: ¡¿Estos son los que aspiran volver al poder para gobernar el país!? Ojalá y la justicia, única vía para derrotar el fascismo, actúe,
haga valer el derecho de la mayoría al libre tránsito, a la tranquilidad, a la
vida, a la paz. ¡¡¡Viva Chávez!!!¡¡¡Viva Maduro!!!¡¡¡Viva la Revolución Bolivariana
Socialista Chavista…!!!!
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