martes, 12 de octubre de 2010

DÍA DE LA RESISTENCIA INDÍGENA Y LA AXALTACIÓN DE LOS HEREDEROS Y HEREDERAS DE LA VERDADARA CREACIÓN


No hay historia sobre la creación que no cuente con la presencia aborigen, su cultura. Hoy más que nunca lo reconocemos. Son eternos. Fueron ellos y ellas, nuestros hermanos y hermanas indígenas quienes se encargaron de aplacar las fuerzas naturales para poder intentar hacer vida en el vientre sagrado de la madre tierra, siempre respetada por ellos; quizás provienen de allí y su corazón todavía palpita entre nosotros, perfumado con olor ancestral a sabia viva,  a humanidad, a aliento perenne. Alguien dijo que si hay posibilidad de supervivencia ante un holocausto, esa estaría entre los aborígenes, y citó el caso de una tribu en Austria; pero también los nuestros estarían en esta lista. Hoy ya no celebramos el doce octubre como día de la raza, y la verdad gracias al Comandante Presidente que tenemos, esto ha cambiado. Es así como en 2002 surge el Decreto Presidencial que establece el 12 de octubre como el día de liberación y lucha contra el colonialismo. Recuerdo mis años como docente de Historia de Venezuela y un cuento muy particular que siempre analizaba con mis estudiantes, donde se criticaba abiertamente el poder español, y el error de llamar día de la raza a un acto oscurantista de represión, homicidio y masacre como el ocurrido en nuestra América, sin que nadie haya pagado por esos crímenes de lesa humanidad. 8 años después de haber evolucionado en el concepto sobre la interpretación exacta de tan significativo acontecimiento histórico, no falta quien se resista a crear ese nuevo paradigma de inter aprendizaje, y sigue hablando de tan fatídica fecha, no sólo como el día de la raza o encuentro de dos mundos, sino como el día de la liberación para los indígenas, por aquello de la religión, y de la teoría de buen salvaje. Si hay que celebrar, en todo caso será el hecho de que gracias la Revolución Socialista Bolivariana las cosas han cambiado y la verdad nos ha liberado. Hoy se reescribe la historia. La lucha contra el colonialismo y el neocolonialismo sigue.  Lo mejor reafirmar que conmemoramos un año más de resistencia indígena, aborigen. Nunca antes se había intentado reivindicar a los verdaderos fundadores de esta sociedad, y por qué no, de este mundo, como lo alcanzado en Revolución. La historia nos ha enseñado como imperios pasaron y seguirán pasando, formas de gobierno, políticas económicas; y los indígenas siguen allí agazapados a la espera de que todo pase para seguir demostrando al mundo cómo han sido capaces de vivir – los que sobrevivimos somos nosotros – en un mundo que resulta una pesadilla para la llamada civilización occidental. Si bien la madre naturaleza sigue rugiendo y quejándose cada día con más fuerza, ellos no pierden su apego a al seno maternal, y su respeto se mantiene, incluso aumenta con los días, como el que sentimos los hijos por nuestra madre quien cuanto más vieja más sabia y más amada es.  Hoy siglos después, recordamos al valiente Guaicaipuro, Terepaima, Mucubají, Barquisimeto, entre otros, que resistieron hasta devolver sus cuerpos inertes a los brazos de su madre tierra, su madre eterna, que aún los llora cuando llueve y los llama cuando truena, clamando justicia cuál madre herida por la ausencia del hijo amado; quizás por eso en el fondo no los olvidamos; sus espíritus siguen vivos entre nosotros, en la sangre revolucionaria que ha despertado para no volver a descansar jamás: los indígenas siguen luchando por sus tierras, contra la explotación como los Yukpas y los Yanomanis en Venezuela; por injusticias como los Mapuches en Chile; sin contar con quienes ofrendaron su vida, ente el imperio yanqui, como Dacota, por defender lo que recibieron en herencia milenaria de sus antepasados: sus tierras y su cultura. Mucho hay por hacer. Hoy Venezuela es vanguardia en la aplicación de políticas que favorecen al indígena y su existencia, como la adjudicación de tierras, por ejemplo, pero no es suficiente.  Lo hecho todavía es poco en comparación con lo que tenían ates de la llegada del imperio español, el territorio del que nos ufanamos, realmente les pertenece ¿Por qué no devolvérselo? ¿Por qué no entregarles lo que por justicia natural les corresponde?, me pregunto. Los extranjeros somos nosotros; ellos son los herederos y herederas de la creación, son los dueños legítimos de estas tierras; entonces ¿Por qué darles dádivas en lugar de devolverles todo absolutamente todo? Quienes conocemos algo de historia sabemos que es verdad; que fueron arrinconados por la conquista y luego casi sepultados por la oligarquía. Pero están condenados a no desaparecer porque serán los últimos que abandonaran esta tierra de gracia y este mundo. Ahora más que nunca es necesario ir más allá de la mera representación en la Asamblea Nacional y El Parlamento Latinoamericano; crear verdaderas políticas que favorezcan la devolución plena del territorio, especialmente donde predomina la resistencia indígena, como un acto de justicia: Delta Amacuro, Amazonas, Bolívar, Zulia. Crear estados de acuerdo a su naturaleza, donde se mantenga su forma de vida, su cultura; es decir sus formas de gobierno, tradiciones, costumbres, y establecer con ellos y ellas un vínculo comunicacional de nación. Ellos no nos necesitan para vivir, lo han hecho miles de años sin tener que acudir a la cultura occidental. Nosotros estamos a punto de autodestruirnos y no sabemos qué hacer, mientras ellos lo han alcanzado todo, sin pensar en cómo será su final, saben que llegará algún día; a nosotros nos preocupa que sea mañana, porque tememos a la muerte; a ellos, no, porque creen en la vida, en la verdadera eternidad. Cuanta lección Dios mío. Esa es la resistencia aborigen; la mejor prueba de la creación.  La tierra de Adán y Eva. El paraíso terrenal. ¡¡¡Vivan Nuestros Aborígenes…!!!!
¡¡¡Hasta la Victoria Siempre…!!!¡¡¡Venceremos…!!!

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