¡Qué hermoso se vierte el
color blanco sobre mi ciudad!
Todo lo cubre, todo lo engalana,
en un frio silencio tan callado como su palabra.
No hablas pero lo expresa todo
con una sonrisa,
que por un momento parece desvestirla
de tan bello color.
Mis ojos contemplan,
en medio de su tranquilidad,
el velo de la novia,
pues eso pareces.
¡Mérida qué linda eres!;
qué bella estás con ese color sagrado
que Dios te dio.
El viento dice lo alegre que estás,
y la lluvia, suave y coqueta,
parece desnudarte lentamente y,
como pétalo, va cayendo
sobre algo hermoso, sobre ti, Mérida.
Ciudad de mis sueños e ilusiones:
mi Ciudad Blanca.
1985
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