domingo, 5 de febrero de 2012

El espíritu de la navidad

Es miércoles 21 de diciembre de 2011, - época de navidad - el día luce despejado y el sol parece indicar que la claridad reinará por sobre las montañas y el viento dejará que el frío reine y despliegue su poder para recordar que es el dios más importante del lugar. Los guardianes del agua esperan en la entrada del cañón; son deidades que, ubicados el extremo de la calzada, observan con cuidado y leen en cada corazón y cada mirada la razón de la visita. Recuerdan que nuestro origen es acuático y,  por tanto,  no debe extrañarnos  su apuesta presencia y su maravilloso aspecto que deleita y asombra al mismo tiempo. Hablan el lenguaje del silencio; o, en todo caso, el lenguaje del agua, del viento, de la lluvia...Esto trae a mi  memoria el significado de las inmensas piedras o rocas prehistóricas que se encuentran en el Amazonas, Bolívar, con formas de tótems  o tepuyes. El tiempo parece detenerse a lo largo y ancho del sendero que conduce al lugar cuyo  nombre termina de acentuar la magia: Valle encantado, un paraíso donde el frío sacude su piel para llenarlo todo;  la naturaleza es fantástica, y la atención de la gente laboriosa del campo es su mejor rostro. Por décima vez el Dr. Luis Guerrero, Rubia Quintanillo, Martha Peña, Reina Hernández, Nora Melo, Zoraida Oviedo, Mara y otros hermanos y hermanas de la Gran Confraternidad Universal, del CDI, El Club de Yoga de la ULA, el grupo de personas proveniente de Barinas, Daría Moreno -  quien participó por vez primera -, y Club de Ejercicios para la Salud; se reúnen para realizar un singular trabajo: entregar ropa y regalos a los niños de esa fría, pero encantadora localidad del estado: el páramo de Gavidia. Estas personas, -  así como quienes participaron en la recolección de juguetes -, comprometidas en la construcción de la felicidad del mundo, con su presencia, y una sonrisa de satisfacción en sus labios, se acercan a dejar llevar sus obsequios; su amor  hace que los alimentos  y los regalos se multipliquen a medida que avanza la mañana y el número de niños se incrementa. Es el reflejo del amor  que cada uno aporta para que Dios guíe la misión. Al llegar se observa como acondicionan el local – la truchicultura Valle Encantado –, para recibir a los invitados especiales que se van apoderando del sitio, llegando, - acompañados de sus padres -, a pie, a caballo, en motos, o en carro,  procedentes de las aldeas: Mocao, los Corrales, Las Piñuelas, Micarache y  Gavidia. La Sra. Dominga Villareal encarna ese espíritu que recorre las casas, toma sus datos de los niños y niñas para obsequiarles un regalo, y procura que todo salga de lo mejor. Durante la jornada se juega y se canta con los niños para integrarlos a la actividad,  se comparte el alimento, la esperanza, una piñata, se charla con los padres y madres, - quienes también reciben ropa -; se proyecta un video donde se recuerda las principales escenas del año anterior. La foto siempre está presente y guarda en el lente de algunos el recuerdo de una jornada memorable. Santa no puede faltar y, como aparecido de la nada, hace su entrada triunfal - vestido especialmente para ellos - al salón donde se respira inocencia, pureza y encanto infantil; lo encarna el profesor Francisco Alexis, quien procedente desde Barinitas no escatima esfuerzo por tomar  parte de esa singular fiesta de la alegría y el amor, pues como dice la canción:”Niño a quien dan cariño, sentirá amor por los niños cuando la vida les crezca...”. Todos los presentes – en un número que supera  los 300 niños – reciben su regalo, y todavía quedan obsequios que se guardan para una nueva jornada con la llegada de Reyes o en otro diciembre que espera y palpita en los corazones de quienes no han dejado ser niños o niñas cuando están rodeados de su infinita presencia.  Los niños, luego de ser llamados por Papá Noel para recibir su obsequio - algunos lo han recibido durante años –,  inician el bello ritual de abrir su presente, y comienza a  aparecer patinetas, muñecas, carros - como el que le obsequiaron a Oswaldo -, un pequeño niño a quien parecía que la entrega de regalos no llegaba nunca y se desesperaba con el pasar de las horas. Es hermoso verlos sonreír o desesperarse cuando sus padres tardan en abrir sus paquetes, o hacerlo pacientemente - como se observó a  una hermosa niña rubia quien tardó siglos en abrir el obsequio, cuidando de dañar el papel-  hasta descubrir en el fondo de la caja un bello juego de muñecas que le encantaron. Es una experiencia maravillosa que los mantiene ocupados hasta que la noche los recibe alegres en la cabaña del Dr. Luis para compartir  la comida en medio de amenas conversaciones y tiernas despedidas de quienes parten ese mismo día de retorno a sus ciudades. Sólo agregaría a esa magia el hecho de verlos abrir sus regalos y que jueguen todos y jugar con ellos por un largo rato y olvidarse de la tarde que se va y la noche que llega para envolverlo todo con el manto de la lluvia, el frío y la neblina que no es otra cosa que la bendición de los espíritus del páramo, agradeciendo el amor y la nobleza de sus visitantes para con sus hijos predilectos: lo niños y niñas. Por momentos como ese vale la pena vivir. Felicitaciones a todos y todas por la misión en favor de los más pequeños; Dios les bendiga.    Tuliorojas_10hotmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario