domingo, 26 de septiembre de 2010

¡A María, Nancy, Ángela y Luis y a todos los EDUCADORES y EDUCADORAS Jubilados!


El pasado sábado 16 de los corrientes, tuve la grata oportunidad de acompañar a mis compañeras y compañeros docentes a recibir la Resolución en un sentido acto donde se acumularon los recuerdos y se recibió las bendiciones cargadas de dicha por el deber cumplido. Homenaje  al que como es de esperarse no asistieron todas y todos los invitados cuando otros y otras no quisieron o no pudieron por razones que sólo Dios y ellas y ellos saben. Ojalá que no sea por rencor, pues que triste sería marcharse de la que fue su casa con dolor y no con la satisfacción y el honor que merece un educador; pero quienes lo hicieron disfrutaron del cariño, la amistad y el respeto de las autoridades educativas y la admiración de quienes como quien escribe siente por muchos ellos, especialmente con quienes compartí luchas, trabajo, conocimiento, sonrisas, discusiones, alegrías y hasta disentí. Este Encuentro no puede ser sólo una FELICITACIÓN sino un AGRADECIMIENTO sincero en nombre de quienes creemos en al Educación y en la Patria. Sin olvidar a Alexis, Manuel, Noel (supervisores de educación de Jóvenes adultos y adultas); a Edgar, Ana, Reinoza (Compañeros del L. B. ¡Andrés Eloy Blanco”); a Clemente (Compañero del L. B. “Vicente Campo Elías”); a Yolanda, Ángel, Freddy, Elsa  (Compañeras (o) del L. N. Ejido); a Deivys (Directora del NER 427); a María Elena, Sandina. Algunos de cuantos vienen a mi memoria en este momento. Quizás otros y otras y otros estaban allí y no los saludé, o se habían marchado. Si es así y les conozco, discúlpenme, mi salutación también va dirigida a ustedes. Especialmente, quiero expresar mi gratitud a quienes fueron nuestras y nuestros compañeros de trabajo en la Supervisión Educativa del Distrito Escolar Nº 1, quienes han recibido la jubilación luego de una larga y fructífera trayectoria educativa. Hoy luego de incansables años de labor, el estado o por solicitud propia, les despide de su trabajo, satisfecho de haber contado con personas como ustedes dentro del proceso educativo. Y no quise dejar pasar el momento para expresar mi tristeza por su partida; hubiese querido contar más tiempo con ustedes, máxime cuando el camino que emprendemos desde allí en favor de una educación liberadora y republicana, recién comienza. Pero así son las cosas. Les corresponde partir y deben hacerle antes que caiga la noche y no pueda vislumbrarse el camino. Agradezco a Dios por haberme permitido compartir y aprender de ustedes durante estos años en la supervisión. Fueron muchos los momentos de trabajo donde, como sabemos, se mezcla la impotencia con la alegría, y la frustración se pasea casi a diario por los pasillos de las instituciones, ante la mirada atónita de quienes acudimos a acompañar el proceso, o cuando esperamos una respuesta oportuna a una sugerencia o a una propuesta luego del deber cumplido; pero de todo hay en al viña del señor. Sin embargo, quiero destacar que fueron muchas las veces cuando el debate era la principal expresión de nuestro trabajo en las reuniones o la visita al plantel constituía una convivencia sincera entre nosotros; un constante aprendizaje o inter-aprendizaje que nunca se olvidará. ¡Gracias a todos, especialmente a usted Profesora María, Profesora Nancy, Profesora Ángela, Profesor Luis! Espero que la V Convención Colectiva pueda significar su experiencia presencia activa entre nosotros como asesores, formadores de generaciones -como la nuestra- que aún tiene mucho que aprender, mientras se continúa abriendo paso en el aprendizaje formal que dicte MPPE. Como olvidar que sin ellos y ellas muchas generaciones no hubiesen encontrado el rumbo a sus vidas, el amor hacia si mismos; como dejar de mencionar que sin sus opiniones acertadas, nuestros errores hubiesen sido mayores o más graves por derecho que tenemos a equivocarnos; como no recordar que sin sus observaciones positivas, muchos conflictos se hubiesen presentado con impensables consecuencias; como no entender sus dudas cuando de actuar se trataba, pues sirvió para evitar actuaciones fuera de la ley; como no agradecer la atención prestada cuando de una sugerencia se trataba; como no añorar sus encuentros para compartir sus experiencias y aprendizajes significativos en el campo de la supervisión. En fin, son muchas e incontables las razones para escribirles compañeros (as), cuando el tiempo se ha detenido para recordarnos de donde venimos y hacia donde vamos. Es una dicha haber estado presente en el Acto que no es un adiós sino un hasta luego, porque  como escribió Miguel Otero Silva al referirse a Jesús de Nazareth, ustedes…”! ¡Vivirán por siempre en la sonrisa de los niños, en la liberación de los pueblos, en la sabia profunda de la humanidad, en el consuelo de los afligidos, sí, en el amor sin lágrimas”! ¡Vivan los Educadores (as)! ¡Viva la Educación Bolivariana! ¡Patria…Socialismo o Muerte…Venceremos!

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