sábado, 25 de septiembre de 2010

SUPERVISIÓN PEDAGÓGICA

Concibo la Supervisión como el arte de transformar el proceso educativo en un elemento absolutamente pedagógico, interdependiente académicamente, de cuanto hacemos o dejamos de hacer en nuestra acción diaria. Con ella se construye el proceso educativo. El artículo 43 de la LOE dice: “El estado formula y administra la política de supervisión educativa como un proceso único, integral, holístico, social, humanista, sistemático y metodológico, con la finalidad de orientar y acompañar el proceso educativo, en el marco de la integración escuela-familia-comunidad, acorde con los diferentes niveles y modalidades del sistema educativo. Se realizará en las instituciones, centros, planteles y servicios educativos dependientes del Ejecutivo Nacional, Estadal y Municipal, de los entes descentralizados y las instituciones educativas privadas, en los distintos niveles y modalidades para garantizar los fines de la educación consagrados en esta Ley. La supervisión y dirección de las instituciones educativas serán parte integral de una gestión democrática y participativa, signada por el acompañamiento pedagógico”. Mi labor como supervisor encargado me ha permitido tener una idea más clara de cómo debería ser ese proceso. Mi experiencia como Coordinador Titular - cargo que obtuve por concurso de oposición -, me dio el método. El trabajo en equipo, al menos así logré trabajar con las profesoras Matilde Chacón y Judith Villasmil en la Parroquia “Juan Rodríguez Suárez”. El esfuerzo se traducía en una supervisión más pedagógico-administrativa cada día. No basta decir que lo administrativo contribuye con lo pedagógico porque eso todo el mundo lo sabe. “El estado formula y administra la política de supervisión educativa”, pero la falta de orden y organización o mística, o de todo un poco, las hacen chocantes, avasalladoras, y hasta meros requisitos.  El rol de mensajeros que cumplen los directores y al que se suman los supervisores, deja de lado el verdadero sentido de la supervisión, tal como lo dije al iniciar el escrito: el arte de transformar el proceso educativo. El director que tiene tiempo y espacio para visitar el aula, ante la dinámica impuesta por del ente rector de la educación, es un artista de la educación. Sólo conozco a un director que lo hace y muy bien. Espero que algún día en uno de los encuentros pedagógicos bolivarianos comparta su experiencia. Sobre todo en qué momento lo hace y cómo, para motivar a otros colegas a ser partícipes del proceso transformador y no sólo espectadores del “arte de enseñar” como dice el concepto que nos enseñaron de la didáctica. Sería muy bueno desde el punto de vista pedagógico contar y conocer lo que significa esa experiencia. Y no hablo de quienes lo hayan hecho para cumplir con el requisito de una tesis. Hablo del trabajo específico de acompañamiento y coadyuvancia del proceso educativo. El aula espera por los directores, subdirectores, coordinadores y supervisores para saber y conocer: cómo se dirige el docente al estudiante, cómo da la clase, cómo se desplaza en el aula, cómo escribe en la pizarra, cómo aplica las estrategias pedagógicas, cómo inicia la actividad y cómo la culmina; para luego comprobar cómo planifica la evaluación. A ver si no da la clase de una manera y  evalúa de otra. Sólo así sabremos qué tipo de docentes tenemos y cuál necesitamos para “Orientar y acompañar el proceso educativo”. Los Consejos de Docentes y los Consejos de Supervisores deben superar el concepto de reuniones y funcionar en comisiones: Infraestructura, PAE y Salud, Asoc. Civil, PEIC, Proyecto de Aprendizaje, Trabajo Comunitario, Política Educativa, entre otras. Hay que superar la división que existe en las parroquias donde las instituciones viven en una constante lucha por sobrevivir como una isla. Para ello propuse ante los colegas supervisores del Distrito Escolar Nº 1, ante los colegas del Distrito presentes en el 2do Congreso Pedagógico Bolivariano, ante la comunidad de la Parroquia “Lasso de la Vega”, y en encuentro de saberes organizado en la Parroquia de “Gonzalo Picón Febres”, que contó con la participación de la comunidad, la conformación del CONSEJO DE EDUCACIÓN PARROQUIAL, como una manera socialista de lograr laintegración escuela-familia-comunidad” y organizarnos desde allí, luchar juntos, crecer juntos; trabajando juntos, partiendo del principio fundamental del socialismo del siglo XXI: la inclusión. Pero llegar a esto requiere cambio de paradigmas, y avanzar en la construcción de una “gestión democrática y participativa” que derive en la planificación y ejecución de políticas educativas acorde con la realidad de cada comunidad. También hice entrega al jefe superior inmediato y ante algunos colegas supervisores, la PROPUESTA: FORMACIÓN PARA COORDINADORES SUBDIRCTORES Y DIRECTORES EN EJERCICIO Y ASPIRANTES, EN EL MARCO DE LA EDUCACIÓN BOLIVARIANA. El temario sería: Proyecto Nacional “Simón Bolívar (2007 2013), Pensamiento Político Bolivariano, Alta Gerencia Socialista, Crecimiento Personal, Funciones, Normativa Legal y Procedimientos Administrativos y Trabajo Comunitario. Esta formación se podría dar en reuniones o encuentros semanales, a través de módulos teórico-prácticos con una duración no superior a 32 horas ni menor a 16, de acuerdo a la planificación que se desarrolle en el Municipio o Distrito Escolar. Los formadores, sin duda, deben ser los supervisores y docentes en ejercicio y quienes estando jubilados pudieran colaborar. Esto con el objeto de corregir un error: no se ha formado al personal directivo y no directivo con el cual interactuamos; o al menos, no nos consta que ese proceso se haya llevado a cabo; por tanto no podemos asegurar que las fallas detectadas se debe a impericia o negligencia. Cuando hayamos realizado la tarea, que, además está dentro de nuestra función supervisora, podremos actuar con mayor propiedad, como lo hemos hecho cuando dictamos un taller, damos unas orientaciones y luego vamos a recoger lo sembrado y observamos que él director (a) o la directiva no ha procedido como debe ser. Para esto es necesario contar con un supervisor que haya vivido y experimentado las distintas etapas del proceso educativo; que se transforme en ser integral de manera progresiva, no sólo a partir de formación permanente, previa a asumir su responsabilidad como supervisor, que no debe ser inferior a un año, sino del cúmulo de experiencias que se van dando en la medida que avanza en su labor, atendiendo instituciones de distintos subsistemas, niveles o modalidades. Al cabo de tres años se podría decir que ha adquirido las herramientas básicas necesarias para acompañar el proceso educativo en forma efectiva y eficaz. No se trata de una carrera contra el tiempo como quieren hacerlo ver algunos, especialmente quienes desconocen el proceso pedagógico en su trascendencia. Se trata de activar como dije el Plan de Formación para todos los Responsables de la Administración Escolar y organizar un Consejo de Supervisores que por medio de comisiones dé respuesta oportuna a las situaciones que a diario vive el sector educativo; un consejo abierto al debate; un consejo que trabaje en equipo; un consejo que presente informes no para archivar sino para discutir, mejorar; un consejo que sea capaz de hacer propuestas; un consejo que haga realidad las palabras de nuestro Comandante-Presidente Hugo Chávez: “no podemos estar de espaldas a la Ley; seguir permitiendo que leyes de la cuarta república, inclusive de la quinta, bloqueen el camino hacia la construcción del socialismo”; un consejo atrevido; que interprete el verdadero espíritu de la Ley, pero que no se quede encerrado en ella; un consejo que aproveche las potencialidades que existe en el grupo de docentes con función supervisora, aplicando una estrategia inclusiva y vinculante, que supere la idea de que con tener 5 ó 6 instituciones el “yo supervisor” va a realizar todo el trabajo. Eso es una falacia. Si la supervisión no está “signada por el acompañamiento pedagógico”, no es supervisión. Y no lo digo yo, lo dice la LOE. Aquí recuerdo la anécdota que contaba el jefe de zona cuando entró a un aula y se encontró con un niño de 5to grado que no sabía escribir el nombre; o la que yo escuché a una representante cuando le contaba a su esposo que había cambiado a su hija de turno porque entre otras cosas cuando entró al aula, observó que el texto escrito en la pizarra por la maestra que sería la responsable de la educación de su hija, la faltaban n, s, b… Imagínese la impresión de esa mamá dejar el futuro de su hija en manos de alguien así. Hasta el momento la supervisión ha sido sistemática, metodológica, humanista, administrativa… Hemos cumplido con la entrega de recaudos al momento. Se ha hecho un acompañamiento pedagógico, efebológico y andragógico; según se ha tratado de atender situaciones donde aparece involucrado el niño, niña, adolescente o adulto y adulta. Y se ha hecho bien, por demás. Pero hay una asignatura pendiente: el aula. Por eso cuando escucho que ahora los supervisores deben asumir una coordinación de formación permanente, PAE, Pedagógica… además de su labor, algo que avizoraba y le había comentado a algunos compañeros: supervisores toderos, más creo en la propuesta de trabajar en comisiones que, envestidas del principio de autoridad, se muevan libremente por todo el municipio realizando su labor y entregando cuentas a una asamblea permanente o general de consejeros supervisores que se convertiría en la máxima expresión de la supervisión. Palabra que, por cierto, algún día habrá que cambiar por una más socialista, más de pueblo, más de nosotros, y con menor sentido de superioridad. ¡¿No creen?! ¡Patria…Socialismo o Muerte…Venceremos…!

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