jueves, 16 de septiembre de 2010

¡A Cuatro años de tu partida!

Todavía llevo en mi corazón el triste recuerdo  de aquel lunes 13 de febrero de 2006 cuando la cuenca del chama lloró la partida de una de sus hijas; eran las cuatro de la tarde y nuestra labor pasaba entre una reunión de planificación en pleno pasillo para observar el comportamiento de los y las estudiantes, y el ambiente festivo propio de la época del año. La calma aparente reinaba en el liceo, mientras los estudiantes, por la fecha de carnaval, desafiaban la autoridad jugando con bombas de agua o intentando hacerlo. El trabajo culminó y cada uno de nosotros se dirigió a sus respectivos espacios. Los estudiantes de 5to año, entre ellos Maudis, salía del aula, y se dirigían hacia el pasillo que conduce a la biblioteca. Instantes después, esa calma era interrumpida por un fuerte ruido como si algo hubiese golpeado un vidrio. Era la tragedia que había tocado nuestra institución de manera terrible. Todo el personal se movilizó. La información era que alguien se había caído de la planta superior... ¡Maudis agonizaba, ante los intentos de ayuda que le brindaba un compañero nuestro, y nosotros ingenuos pensábamos que eso se trataba de una caída! Esperábamos a los bomberos que habían sido llamados. Minutos después, la versión era otra.  Un compañero de trabajo me llamó y me dijo: ¡Qué caída ni que ocho cuartos, venga pa que vea: fue una bala”; y me llevó hasta donde estaba el proyectil. No podía creerlo, pero era verdad. Había sido un disparo. Le di la orden de que protegiera la evidencia y me dirigí hasta mis compañeros responsables de la institución esa tarde y les conté lo que había ocurrido. La reacción fue peor. Todo el mundo empezó a huir del lugar. No tengo idea de cómo pasó pero quedó en mi recuerdo la advertencia que hice meses antes al consejo docente de la necesidad que había de tomar medidas para evitar que los muchachos trajeran un tipo de bolso tapado pues ya manejaba información de algunos actos no acordes con su función que se venía realizando en la comunidad; pero no fui escuchado. No sé si de haberse tomado algunas medidas previas hubiese evitado la tragedia, no lo sé; de lo que si estoy convencido, es que a lo mejor sabríamos quien o quienes lo hicieron. Luego de la muerte de Maudis Vielma, el entonces director de zona, en un discurso populista, tomó medidas como la eliminación del bolso tapado, se le dio entrada a un grupo de docentes pedagogos sociales, policías escolares, y se aligeró la puesta en marcha de actividades “extracurriculares” - no sé quien inventó semejante término - cuando la educación como acto humano como la vida que no puede ni debe separarse, para darle mayor atención al estudiantado; pero ya el mal estaba hecho. Era necesario como sigue siendo nuestra costumbre esperar que las cosas ocurrieran para tomar medidas. Hoy tres años después, sigo advirtiendo a las instituciones educativas, como lo hice entonces a través de los medios de comunicación radiales, que tomen medidas para evitar que un hecho como el que vivió el liceo “Andrés Eloy Blanco”, les suceda; pero son pocas las instituciones que han tomado en serio tal advertencia. Eso no detendrá al crimen, pero puede evitar otros de mayores consecuencias, aunque dudo, exista uno más allá de la muerte. El caso Maudis Vielma no se ha resuelto, pese a que nuestra protesta al año siguiente, 2007, reabrió el caso y trajo a Mérida a los mejores expertos en planimetría y balística quienes confirmaron que la bala asesina (9 milímetros) fue disparada desde el interior del recinto académico. Los detectives confesaron que nada podían hacer: que no hallaban cómo ni por dónde empezar. Quisieron relacionar el hecho con bandas delictivas pero no les resultó; me imaginaba entonces al detective pensando en la madrugada cómo resolver el crimen como en las películas y, de pronto, una idea saltaba desde la almohada y contribuía con la solución, pero no, nada de eso ocurrió. Hoy no sé si el caso está archivado. La Institución sigue recordando ese triste episodio; sigue esperando, y cada año, como hoy, pide que algún día sepamos quién o quiénes cometieron ese crimen contra un ser que se abría paso en medio de una humilde familia para alcanzar sus sueños. ¡Ojalá el Sr. Gobernador lea esta nota y reabra el caso! Dios se encargará de perdonar a quien o quienes lo hicieron. Pero eso no es suficiente, se requiere la justicia terrena. La lucha por erradicar la violencia de las escuelas, colegios y liceos debe continuar. Por qué no crear un programa educativo que llame a los y las estudiantes a la no violencia, en nombre de quien dio la vida mientras se preparaba para servir a la Patria: Maudis Vielma. También el llamado es a los padres, representantes o responsables para que eduquen a sus hijos (as) en lo que significa la vida. El 25 mes pasado fue asesinado un estudiante de secundaria cuando protestaba y defendía sus ideas revolucionarias. ¡El estudiante es el futuro que se construye en el presente! ¡Sí! No debemos permitir que sigan masacrando a nuestro futuro, un futuro que hoy más que nunca requiere de formación y conciencia patria. ¡Viva Maudis Vielma!      


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